Calentando primeras risas mezcladas con nervios y fotos para el recuerdo, mientras estiraba una pierna tuve el placer de conocer a mi amigo bloggero Lander, encantado de conocerte de verdad, espero que coincidamos en más carreras a partir de ahora.
El plan era llegar como fuera, incluso valía arrastrarme si con ello pasaba la meta, aunque con los dos guardaespaldas que irían conmigo todo el camino lo complicado hubiera sido no llegar, ritmo controlado y tirar millas y en esas estábamos cuando a alguien se le ocurrió que había que hacer de mi estreno una sopa de corredor así que empezó a llover como si fuera gratis a partir del kilómetro 15, además hacía frío y soplaba el viento así que a partir de ese momento iba a ser complicado no acordarse de todos los lugares secos y calentitos donde pasar un domingo. Mis zapatillas eran dos pequeños charcos y las piernas estaban tan frías y duras que no sentía donde pisaba, además el gemelo derecho empezaba a cargarse con lo que el ritmo bajo un poco y se me hicieron los últimos kilómetros un poco largos pero al final la ansiada meta en 01:59:06, una alegría haber bajado de las dos horas en mi primer medio maratón y todo gracias a Belga y Casillego que me arroparon en todo momento, sin ellos seguramente no lo hubiera hecho.
Después un caldito con un frío que pelaba esperando a Duarte que llegaría poco después y bueno ¿ya no queda nadie más no?, “María en que kilómetro paró”, “No sé ya no iba con Duarte en la segunda vuelta”, “Seguro que está en algún sitio calentándose un poquito”, “¿Alguien tiene el teléfono para llamarla?”, “¿Otro caldito?” Y en estas estábamos cuando vemos aparecer desde la grada por la recta de meta a María, ostiassss, ahí empezó la locura, todos nos pusimos a gritar como locos, a animarla con todas nuestras fuerzas, por un momento nos olvidamos que estábamos mojados, que teníamos frío y disfrutamos con esos 100 metros emocionantes.
¡Que grande eres María!, sin dorsal, sin entrenar apenas por falta de tiempo, sin haber corrido nunca una carrera de más de 10 kilómetros, con la que estaba cayendo, empapada hasta los huesos y mentalizada solo para dar una vuelta, y va y se convierte en medio maratoniano y además de que forma. Ha sido un momento inolvidable y me alegra de haber estado allí para vivirlo, lástima que no pudiéramos celebrarlo todos como se merece por culpa de las mojaduras y del frío. Por supuesto le dieron la bolsa de corredor, creo que fue la más se lo mereció de todos los que corrimos esa mañana.
Puedes leer su crónica aquí.
Antes de acabar dos cosas que se me olvidaban, agradecer a Rakala y a mi mujer Tere que hicieran las fotos mojándose como los corredores y encantado de conocer también a Carlos y Malagueta, lástima que no tuvieramos más tiempo para hablar un ratito.
Un saludo a todos y gracias por vuestros ánimos y confianza en mí.