Coñe como os ponéis, vale ya sigo, a ver por donde iba...ah si por Bilbao, menudo espectáculo, un grupo de locos animándome sin parar, corriendo a mi lado y gritandome. Se me pusieron los pelos de punta y ahora al recordarlo otra vez. Gracias chicos sois lo mejor.
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Ya con energías renovadas gracias a los hooligans del maratón seguimos
Paco, dos compañeros suyos del playas de Málaga y un servidor corriendo por la parte para mi más bonita de la carrera, esa sombrita de la calla Fuencarral, la Gran Via llena de gente, foto conmemorativa en ella, pensar que la teníamos solo para nosotros por un día, bajar hasta Sol, encontrarme con el
Lander allí sentado en una sillita como de playa y animando como si estuviera loco (que no lo descarto).
Bajando hacia el Palacio Real solo tenía en mi cabeza lo feliz y lo bien que me lo estaba pasando y con esos buenos pensamientos y bien arropado por los"hombres de
Paco" (pequeña licencia que me vais a permitir), llegamos a la media maratón y nada mejor que un gel para celebrarlo (cuando me pongo radical) y hacia el parque del Oeste.
Se iba acercando la parte que todo el mundo decía que era la peor, pero yo jugaba con ventaja, tenía a mi gente en el kilómetro 25 otra vez para animarme y entre ellos saltó Marcos (Belga) mi liebre personal hasta la meta. Marquitos amigo muchas gracias, no tengo palabras para agradecerte todo lo que has hecho por mi durante esos 17 kilómetros que faltaban , animarme, aconsejarme , cogerme agua, pedirme reflex, vamos que ya si me hubieras subido a hombros ya le pongo tu nombre al primer hijo que tenga. Espero poder devolverte un poquito en tu Maranalón.
Ya estábamos en al Casa de Campo,
Paco y su compañero se fueron un poquito delante mientras yo parecía que me encontraba bastante bien para ser ya el 27-28 kilómetro, íbamos un poco de cháchara adelantando gente y fue entonces cuando divisamos un poco más adelante a Urgull y Bárbara (su acompañante en los kilómetros finales) vemos que esta recuperando un poquito andando para después continuar y decido seguir adelante y aprovechar la inercia buena que llevaba para continuar. Otro gel en el 31 con unas ganas locas de salir de la Casa de Campo y como todo en esta vida llega, salida por la cuesta de Lago hacia la bajada de avenida de Portugal.
Atención, atención alarma en el gemelo izquierdo, el cabroncete parecía querer subirse adonde no debería y ahí se quedó en un muy gallego subo o bajo que hacía que sobre todo en las cuestas corriera muy incómodo e incluso que tuviera que parar a andar alguna que otra vez. Pero bueno ya estaba en ese punto que sabes que vas a llegar pase lo que pase y que solo queda regular un poco para hacerlo lo mas dignamente posible.
Como todo el mundo sabe el final del MAPOMA no es fácil que se diga y menos con el calor que hacía y aunque mis supporters particulares volvieron a aparecer el ritmo decreció y bastante, periodos de corri-andar, algo de sufrimiento nunca insoportable y haciendo la goma con Halfon y Jose Luis. Al pasar por Atocha los 4 juntos parecíamos cualquier cosa. No sabéis lo que pagaba por ver nuestra cara al asomarnos a la maldita cuesta de Alfonso XII. En esa no corría ni el más salao.

Ya quedaba poco, estábamos rodeando el Retiro, olía a meta y otra ver el
Lander para darme el último impulso para llegar (Gracias compañero no sabes lo que me animó verte de nuevo allí), pequeña bajadita, subidita o lo que fuera hacia Alcalá, levantamiento de brazos al ritmo de Paquito el chocolatero y para la entrada al Retiro que para que negarlo ya hay ganas. Dentro estaba el Casi (gracias máquina por todo) para acompañarme en los últimos metros.
Cuando en las tiradas largas me imaginaba estos metros por el Retiro no sabía que comparado con lo que sentí el domingo no era nada, peazo de emoción, que alegría poder acabar todo un maratón disfrutando de las últimas zancadas, rodeados de amigos y con la emoción a punto de desbordarse en forma de lagrimillas (tierno que es uno).
No había sitio en el mundo en donde quisiera estar mas que allí en aquel momento.
Tantos kilómetros deseando ver la pancarta de meta y cuando la tenía delante deseaba que se parara el tiempo y que no se acabara nunca. Gracias al cielo nadie mi hizo caso y entré . Medalla en mano que me puse ipso facto al cuello que es donde debía estar y a reencontrarme con todos que acabaron sanos y salvos que era lo más importante.

A falta de próximas reflexiones he de decir que me lo he pasado genial, he disfrutado del maratón como nunca pensé que lo haría y cada día que pasa más me apetece repetir.
MIEDO ME DOYYYY